Claro, si sigues llamando a la puerta para soltar un discurso precocinado o haciendo lo mismo que el resto de mortales, la cosa se complica.
Seguro que conoces compañeros de profesión, que no aguantas, que viven de forma más relajada que tú y venden más.
Bichos raros que apenas pisan la calle y al final de cada semana son capaces de cerrar más pólizas que tú, que los jueves ya le has dado 15 vueltas descalzo a la M-40.
Especímenes de los que no te crees la mitad de lo que dicen, pero cuando la compañía de turno pública listados de campañas de incentivos, siempre están arriba. Mientras que tú por más que te esfuerzas, te las ves y te las deseas para cerrar una póliza.
Ahora bien,
Según en qué fase de conciencia de tu frustración estés – te deseo que no sea muy avanzada-, te comienzan a asaltar las dudas:
- Tal vez no valgo para esto…
- ¿Estaré con la/s compañía/s adecuada/s?
- ¿Me estoy equivocando en algo?
¿Qué c0j0nes estoy haciendo mal?
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Tranqui, no eres tú.
Estamos educados (programados) para actuar de forma previsible sin replantearnos los puntos más básicos.
El ritmo al que gira todo nos marea sin dejarnos pensar con claridad y en muchos casos las compañías no ayudan en la dirección más adecuada para ti.
Dejar de pensar cómo el asalariado revendedor que NO ERES de una compañía y comenzar a pensar como un empresario que debe tener su propio modelo de negocio y de ventas.
Ese el primer paso.
Si todavía no lo has dado, te recomiendo que no sigas leyendo y reflexiones sobre ello.
Y es que algunos mediadores de seguros piensan que para ganar pasta y vivir bien, basta con ser honesto y buen profesional, las recomendaciones de los clientes que vayan cayendo por el camino harán el resto.
Es como pensar que con tirar un puñado de semillas en un trozo de tierra, es suficiente para alimentar a tu familia todo el año.
O qué con ser solo buena persona, vas a tener que ir apartando por la calle gente tirándose a tus piés.
No sé tú, yo lo veo complicado…
Y es que en el mundo de las ventas en general y en el de los seguros en particular, hay dos tipos de personas.
Ni una,
ni tres.
Dos.
Las que saben vender y las que no.
O mejor dicho, los que aprovechan todo lo que tienen a su alcance para vender más y los que no.
Mención aparte merecen los que dentro de los que no saben vender, se creen que saben, que lo hacen todo bien, estos si que están realmente j0did0s.